domingo, 16 de octubre de 2011

Pasado.

Hay tantas cosas que hice mal. Tantas cosas que intente por todos los medios arreglar. Pero mi intención no dio los resultados esperados. Tuve que marcharme. No había nada que pudiera hacer. Tuve que dejarlo todo atrás. Saber lo que paso es horrible, pero la posibles soluciones que ahora se me ocurren me duelen más porque implican que se podría haber arreglado, que no tendría porque haber huido de la forma en que lo hice, con la cabeza gacha y la certeza de que el perdón que colgaba de mi boca no obtendría nada. Duele, pero no se puede retroceder en el tiempo, no queda ya solución tras tanto tiempo transcurrido. No puedo volver la vista atrás porque si lo hago me alcanzará ese pasado que me esfuerzo día a día por dejar atrás, ¿por qué quise olvidarlo? Porque vivir en ese pasado me demostró que no podría avanzar con el atado al cuello. Así que hace tiempo que me desprendí de él y salí corriendo por la puerta. No conté con que me perseguiría y ahora todos los días lucho para que no me alcancé el pasado.



 Unas veces gano yo, otras él.

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