martes, 24 de enero de 2012

Decidí Volverme Tortuga

Nada la ayudaba. Su dolor aumentaba y nada parecía salir bien. Cuéntamelo, le dijo alguien. No quiso contar, para ella era como desnudarse, jamás permitiría que nadie la viera así. ¿Te metes mucho en tu caparazón, verdad?, preguntó otro que se creyó con el poder de analizar. No se lo pudo reprochar: era cierto. Tan cierto como que en los días lluviosos te mojas y que si pasas demasiado tiempo al sol te quemas. Tan cierto como las malditas ciencias inexactas que tanto se le resistían. No quería salir de ahí. ¿Para qué contarlo? Lo había hecho otras veces y jamás le había funcionado. Ni desahogaba como muchos decían, ni le proporcionaba la ayuda que necesitaba. Los demás no tenían su respuesta, así que para que iba a molestarse en preocuparles. A ella le gustaba su caparazón, aunque doliera era cómodo. Y es que a ella le resultaba más fácil sonreír que explicar por qué estaba triste...


Leí por allí que hablar en tercera persona ayuda.

1 comentario:

Elena S dijo...

:o Me gusta muchoo que bonitoooo!! Es verdad que a veces un caparazon es mejor que la verdad, por desgracia... bueno, que me ha encantado jajaja por cierto pasate por mi blog! =) http://laughloveliveandsmile.blogspot.com/ un besito!!