~ Lo infantil que te has vuelto últimamente...
- ¿Te molesta?
~ No especialmente, es solo que a veces no te entiendo.
- Pues te aguantas.
~Y no podrías darme algún consejo para hacerlo.
- No
~ ¿Seguro?
- Bueno, vale. Te los diré, pero son un secreto. ¿Me prometes no decírselos a nadie?
~ Claro.
- Vale, escucha. Ponte más cerca para que nadie nos oiga, ¿de acuerdo? Así bien. Mira como ahora soy más infantil no me sirve que me digas te quiero, eso me da igual, pero si me lees cuentos a la noche me harías la niña más feliz del mundo, y creo que hasta te abrazaría y te daría besos antes de dormirme. Otra cosa que podrías hacer es llevarme a los columpios, ¿no te acuerdas lo mucho que disfrutabas cuando eras pequeño? A mí me encantan y si vinieras conmigo no estaría sola y podríamos inventarnos millones de juegos para jugar juntos. Luego si mientras estamos jugando me caigo y me raspo la rodilla, tendrías que venir y soplarme diciendo que así se me curará antes porque tienes poderes. Y para hacerme ver que de verdad los tienes deberías disfrazarte de superhéroe, pero no te pienses que yo haré de damisela en apuros, yo me disfrazaré de superheroina para salvar el parque juntos. Creo que con estos consejos más o menos lo podrás conseguir. ¡Ah! se me olvidaba el más importante: los chicos me dan asco, son tontos y molestos.
~ De acuerdo, pero que sepas que a mí las niñitas como tú me hacen vomitar.
- Pues vale, tonto.
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