Vamos por la vida pasando por momentos e historias diferentes. Conocemos personas. Vivimos fragmentos de vida junto a ellas. Pasamos tiempo con ellos. Unos forman parte de nuestro día a día. Los vemos casi todos los días. Les queremos, les aguantamos, aprendemos sus costumbres, sus manías. Otras personas simplemente las conocemos en determinados momentos y luego nos separamos. Vivimos con ellas un breve tiempo de nuestras vidas para luego despedirnos tal vez para siempre. Es nuestra elección mantener estas relaciones. Puedes cerrarles la puerta de tu vida: Dejar que se te olvide su nombre y su cara. O puedes mantener la puerta abierta. Dejar que sigan llegando a ti. Aunque sea de lejos. Aunque sea imposible verlos en mucho tiempo. No dejar que unos simples kilómetros te paren a la hora de ser amigos. La distancia no importa. Puedes ser amigo de alguien aunque se vaya a Júpiter. De alguien que viva bajo el mar. De cualquiera al que le permitas entrar a tu vida y rozar tu corazón. Porque una vez lo toquen no lo olvidarás. Siempre habrá un hueco para esa persona, por lejos que esté.
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