miércoles, 11 de septiembre de 2013

Keep on walking.

Me había vuelto tan pequeña. Hecha un ovillo ahí tirada donde me había dejado la vida. Ya no creía en mí, y si yo no lo hacía, ¿quién coño podría hacerlo? En aquel momento tenía la certeza de que si desaparecía todo seguiría igual. Sabía que si simplemente me dejaba morir allí nadie lloraría mi perdida ni me echaría en falta. No tenía fuerzas para levantarme. No las tenía ni para moverme siquiera. Mis brazos me parecían columnas inamovibles, y mis piernas estaban atadas a un cañón. Jamás saldría de aquel agujero. Jamás podría levantarme otra vez...
Pero entonces lo recordé. Te recordé. Fue como si viviera aquella ocasión de nuevo. Volví atrás en el tiempo y te tenía delante de mí.Tu cara a muy pocos centímetros de la mía y tus manos agarradas a mi cadera, para no dejarme marchar. Tu voz hablando bajito dentro de mi boca. Diciéndome que siga. Que ella me guiara hasta el final. Que esas manos que no me dejan en paz serán las que me sostengan. Que esos ojos que no se separan de los míos siempre estarán para vigilar que todo vaya bien.Y aunque ahora ya no esté todo eso junto a mí. Me levanto. 
No te guardo rencor por no estar ahí. Te aparte de mí. Justo después de que aquel testimonio llenara la habitación yo misma me encargué de que salieras de ella. Me daba vértigo pensar que alguien fuera a meterse en mis sombras. Nadie debería tener que luchar contra mis demonios, pero, joder, tú estabas dispuesto. La mera esperanza de que aun lo estés me hace levantarme. Voy a encontrarte. Voy a hacerlo y te voy a contar todo lo que me pasó desde que te fuiste. Voy a decirte lo mal que me fue sin ti y lo mucho que te eche de menos todos y cada uno de mis días. Voy a recordarme que es mejor así. Voy a recordarte que es mejor así. Tú junto a mí y yo muy cerca de ti. 
Por eso me levanto. Tomo aire. Recojo todas mis fuerzas. Miro adelante. Continuo. 

sábado, 7 de septiembre de 2013

Tú no.

Te quiero. Lo hago aunque no te lo diga, aunque creas que no soy capaz de demostrarlo. Te quiero. Lo hago pero no sé cuándo. No estoy segura de si vivo en este estado o si de vez en cuando me olvido de que existes. Te quiero. Lo hago sin saber dónde empecé a hacerlo ni dónde podré dejarlo. Eres como el tabaco que no fumo o la droga que no tomo. Eres ese momento en el que no fui capaz de negarme. Por eso te quiero sin saber cómo. No sé si te quiero como debo hacerlo o si todos tienen razón y simplemente no debería hacerlo. Después de todo, ¿qué has hecho para qué lo haga? No hiciste nada sin quererlo. Nadie te presiono para acercarte. Aun así te quiero. No me preguntes para qué. Si lo haces no habrá respuesta. Puede ser que te quiera para siempre. Puede ser que solo te quiera para pasar el rato, y me da miedo pensar que llegué el día en que no lo haga. Porque te quiero y lo hago sin comprenderlo. Pones el mundo del revés. Pones a todos a tus pies. Haces lo que a ti te apetece. No piensas en los demás. Y te quiero. No sé si matar o amar, pero te quiero. Aunque solo sea a ratos. Aunque se apague como si fuera mi fe. No soy de esas personas pastelosas que te lo repetirán a todas horas. Nunca te lo diré. No lo entenderías. Creerías que quiero atarme a tu cama para no salir jamás, y no es así, no sé si es así. No es un te quiero de película. Es algo que va más allá de dos horas. Es raro, como todo por aquí. No te lo puedo explicar y ahí tienes la razón de que no te lo diga. Solo lo escribo. Lo escribo porque lo pienso. Lo escribo porque hasta que no lo hago vive en mí. Lo escribo para no morir. Lo escribo porque creo que ya no te quiero. 
Ahora soy yo, no tú.
Mañana si eso vuelvo, ¿te parece?

lunes, 2 de septiembre de 2013

Sola.

Yo me quería. Me quería a ratos, más los jueves que los martes. Me quería mal, pero me quería aun así. Sin embargo, en un momento todo se arruinó. Lo mande todo a la mierda por un par de besos. Lo mande todo a la mierda por no saber guardar mi lugar. Lo mande todo a la mierda por...
Su pequeño mundo.
No, no, no. Esto no es lo que quería. No se ajustaba a lo que ella estaba esperando. Sí, era cierto que lo pensaba, pero no conseguía plasmarlo del modo que ella deseaba. ¿Hacía cuánto se había marchado? ¿Cuánto hacía que buscaba aquella fórmula perfecta? Ya no lo sabía. No sabía nada, y por eso él se había largado. Bueno, por eso y por todo lo demás. Mejor para ella, no le necesitaba. No necesitaba a nadie. Podía (sobre)vivir sola. Lo haría fenomenal. Encontraría todo lo que andaba buscando. 

Pausa.

¿A quién pretendía engañar? Era mejor para él en todo caso. Estaba mucho mejor lejos de todo aquello que metido hasta el cuello intentando salvarla a ella. Nunca llegó a saber que era todo aquello que lo arrastraba, pero lo había intuido, o ella se lo había hecho intuir empujándole fuera de allí. No lo entendería. Nadie lo hacía, y estaba empezando a pensar que no era algo que pudiera ser entendido por ellos. Eran sus fantasmas. ¿Quién entiende realmente las oscuridades del que tiene al lado? No hay que entenderlas. No. Hay que saber que están ahí y plantarse delante de ellas. Hay que mirarlas directamente a la cara y gritarles para que se alejen de esa persona que te importa. Ella no podrá quitárselas de encima, ni querrá que te atrapen a ti también, pero aunque no sepas como hacer que se vayan no importa. Prueba y error. Lo suyo era lo segundo. Uno tras otro. Parecía una adicta a ellos. Encerrada en aquel circulo del desastre se había hundido en toda aquella mierda. Estaba sola. Más sola que la una. Sola y herida. Y escocía, que nada funcionara escocía. Quería meterse en un agujero. Meterse para quedarse allí y no salir jamás...

And without results.
Pausa.

Querer no es poder, así que solo quedaba salir de allí. Salir y fingir que todo era maravilloso, que ella ya era feliz. Decirles a todos que la cosa va viento en popa aunque el punto nunca marque el final de esto. Enfundarse en su mejor ropa y usar ese estupendo maquillaje para salir a la calle a hacer mil y una cosas, todas ellas sin razón aparente para hacerlas. Al cuerno con las razones. ¿Por qué tenía que tenerla? No quería hacer las cosas porque hubiera que hacerlas, aunque le empezaba a asustar eso de hacerlas sin más. Que no haya razones para no hacer algo no significa que se deba hacer. Sin embargo, ahora da lo mismo. Arriba y abajo. Sin previo aviso y sin carta de recomendación seguiría enfrentándose a sus problemas. Ahogándolos a ratos. Queriéndose mal y a ratos también. Queriéndose sola.

domingo, 25 de agosto de 2013

Rota.

Date la vuelta. ¿La ves? Está ahí, mirándote pero sin verte. Rehuyendo tu mirada como si estuviera desnuda y le diera pudor. Puedes acercarte, puedes hablar con ella, puedes preguntarle cómo está. ¿Te imaginas su respuesta? Estoy bien, ¿y tú? Y con esas palabras te servirá la sonrisa más bonita que hayas visto nunca. Te quedarás con ella. Te hipnotizará con su bella curva. Ella te hará creerte todas y cada una de las mentiras que salgan de entre sus carnosos labios. Todos las creerán. Todos menos ella. Ella ya no se lo cree. Ella no ve lo que tu ves porque ella sabe toda la verdad, esa que duele, que le duele de verdad. Lleva ahí un tiempo y lo cierto es que se ha convertido en su bienestar. Ya no conoce otro estado. Ya no sabe de otra sonrisa. Y es que el secreto reside allí: en su boca. Con ella habla. Con ella susurra. Con ella seduce. Con ella besa. Con ella sonríe. Sin embargo, hace tiempo que no hace nada de verdad. Flota en el mundo. Tú la ves ahí en su esquina, y te da miedo que eche a volar. Hay algo en ella que te desconcierta. Por eso no te acercas en realidad. Por eso solo la miras desde lejos y sueñas con tenerla a milímetros. Es su sonrisa. No está bien: parece rota. Toda ella parece rota. Una muñeca bella, etérea, pero rota. No lo puede ocultar ya más. Sin embargo, no la puedes recomponer. No todavía. Déjale. Deja que ella decida quién será el que la ponga en su sitio. Deja que la sonrisa encante a la persona indicada. No busques comprenderle. No juegues a arreglarla. No vas a saber. Pasa de largo sin mirarla.
¿Sonríe? Miente.
Tú la ves, pero ella no quiere que lo hagas.

viernes, 23 de agosto de 2013

Vete.

¿Dónde?
~ Te irás, ¿verdad?

Él hacía como si no se hubiera percatado de su presencia, pero la había olido en cuanto su hermoso cuerpo había traspasado el umbral de aquella casa, su casa. A ella no le engañaba, sabía que no le había tomado por sorpresa. Así era él, nada podía sorprenderle, o casi nada, ella hubo un tiempo en el que pudo. Sin embargo, ella no se había esperado jamás aquel momento: se iba a ir. La iba a dejar en aquella casa. No se lo podía creer. Le había dado tanto. Había significado tanto...

- Te quiero, ¿sabes? Más de lo que he querido nunca a nadie. Creo que he llegado a amarte en muchas ocasiones.

~ Pero con el amor aterrizo el odio. Me quieres, pero a la vez te odias a ti mismo por hacerlo. Vete. Ya me has hecho feliz. Ya me has dado lo que necesitaba.

Él le miraba triste. Le abrazaba triste ahora que ella reposaba en sus piernas. Le acariciaba triste aquel rostro que él mismo había creado. Era una despedida. Todo su ser la temía, y todo él la deseaba a la vez que se resistía a ella.

~ Dice mucho de ti que te quedaras tanto tiempo. Ahora le amas más a ella. Ella te satisfará a ti como tú lo hiciste conmigo. Te dará aquello que tú necesitas. Vete.

- Me duele dejarte... Me ha costado mucho decidirme...

~Sin embargo la decisión está tomada, ¿o me equivoco? Sé que no, me lo dicen tus ojos. Siempre lo he visto todo en ellos. Todo el sufrimiento que te he hecho pasar. Todas las penas por las que lloraste en silencio tantos años. Ella tiene suerte, le amarás bien. Vete.

No parecía que fuera él el que se marchaba dejando atrás a su amor sola. Ella le rodeaba el cuello y lo mecía como para tranquilizarlo aunque ella era un hervidero de nervios, dudas y miedos también. Ella se estaba rompiendo. Ella se quedaba sola. Ella viviría sin su mayor apoyo durante todos esos años. Ella no sabía si iba a vivir sin él realmente. Ella no quería verle marchar, pero sabía que él si quería irse. Lo único que le había retenido era ella. Él solo deseaba que estuviera a salvo. Solo esperaba que nada se fuera al traste cuando él no estuviera. Ella solo le animaría a irse para que fuera feliz por una vez. Había madurado. Nunca se creyó capaz de dejarle ir, pero ahora lo hacía porque sabía que él se moría entre esas paredes.

- Tengo miedo de...

~ Tienes miedo de tantas cosas... No pasa nada. Vete. Puedes empezar una nueva etapa con ella. Tú y yo hemos estado juntos demasiado tiempo. Me has querido con todo tu ser, y yo con el mio aunque no lo creas. Vete. Con ella te irá mejor, sabrá amarte de la misma manera en que la vas a amar tú.Yo nunca supe hacerte feliz. Vives demasiado arriba. Vete antes de que caigas más abajo.

Sabía que ella tenía razón, pero le costaba dejar a su pequeña que ya no lo era tanto. Ella tenía claro que él debía marchar, que no podía echarse atrás ahora que ya había puesto el primer pie fuera de su cárcel. Por eso ella le empujaría. Se levanto de su regazo y le puso a él en pie. Parecía ella la maestra y él el aprendiz, cosa que era más que extraña.

~ Vete. Yo sobreviviré sin ti y tu vivirás feliz sin mí, pero si alguna vez quieres volver de nuevo, búscame, seré fácil de encontrar. 

Las facciones de él adoptaron una expresión más relajada y su cuerpo se elevó unos centímetros. Beso la frente de ella y se dio la vuelta. Conforme se alejaba su cuerpo se hacía más ligero y se elevaba más.Cuando soltó la mano de ella definitivamente todo el lastre que le ataba a aquel mundo se deshizo y él voló muy alto mientras ella se hundía cada vez una pizca más.
Él solo se hubiera quedado por ella.