lunes, 2 de septiembre de 2013

Sola.

Yo me quería. Me quería a ratos, más los jueves que los martes. Me quería mal, pero me quería aun así. Sin embargo, en un momento todo se arruinó. Lo mande todo a la mierda por un par de besos. Lo mande todo a la mierda por no saber guardar mi lugar. Lo mande todo a la mierda por...
Su pequeño mundo.
No, no, no. Esto no es lo que quería. No se ajustaba a lo que ella estaba esperando. Sí, era cierto que lo pensaba, pero no conseguía plasmarlo del modo que ella deseaba. ¿Hacía cuánto se había marchado? ¿Cuánto hacía que buscaba aquella fórmula perfecta? Ya no lo sabía. No sabía nada, y por eso él se había largado. Bueno, por eso y por todo lo demás. Mejor para ella, no le necesitaba. No necesitaba a nadie. Podía (sobre)vivir sola. Lo haría fenomenal. Encontraría todo lo que andaba buscando. 

Pausa.

¿A quién pretendía engañar? Era mejor para él en todo caso. Estaba mucho mejor lejos de todo aquello que metido hasta el cuello intentando salvarla a ella. Nunca llegó a saber que era todo aquello que lo arrastraba, pero lo había intuido, o ella se lo había hecho intuir empujándole fuera de allí. No lo entendería. Nadie lo hacía, y estaba empezando a pensar que no era algo que pudiera ser entendido por ellos. Eran sus fantasmas. ¿Quién entiende realmente las oscuridades del que tiene al lado? No hay que entenderlas. No. Hay que saber que están ahí y plantarse delante de ellas. Hay que mirarlas directamente a la cara y gritarles para que se alejen de esa persona que te importa. Ella no podrá quitárselas de encima, ni querrá que te atrapen a ti también, pero aunque no sepas como hacer que se vayan no importa. Prueba y error. Lo suyo era lo segundo. Uno tras otro. Parecía una adicta a ellos. Encerrada en aquel circulo del desastre se había hundido en toda aquella mierda. Estaba sola. Más sola que la una. Sola y herida. Y escocía, que nada funcionara escocía. Quería meterse en un agujero. Meterse para quedarse allí y no salir jamás...

And without results.
Pausa.

Querer no es poder, así que solo quedaba salir de allí. Salir y fingir que todo era maravilloso, que ella ya era feliz. Decirles a todos que la cosa va viento en popa aunque el punto nunca marque el final de esto. Enfundarse en su mejor ropa y usar ese estupendo maquillaje para salir a la calle a hacer mil y una cosas, todas ellas sin razón aparente para hacerlas. Al cuerno con las razones. ¿Por qué tenía que tenerla? No quería hacer las cosas porque hubiera que hacerlas, aunque le empezaba a asustar eso de hacerlas sin más. Que no haya razones para no hacer algo no significa que se deba hacer. Sin embargo, ahora da lo mismo. Arriba y abajo. Sin previo aviso y sin carta de recomendación seguiría enfrentándose a sus problemas. Ahogándolos a ratos. Queriéndose mal y a ratos también. Queriéndose sola.

1 comentario:

Be Unic dijo...

Es asombroso cómo los besos pueden cambiar el curso de toda una historia, de toda una vida...

Y sí, los demonios... esos demonios que nos atormentan y que nos siguen como una sombra... Creemos que estamos solos cuando batallamos con ellos pero en realidad nunca estamos tan solos como pensamos! ;)