Visité la Luna en Abril.

Ya está volviendo a pasar. Una vez más y justo en este momento. No es bueno, no me hace ningún bien, pero es tan bonito tan solo pensar en que pueda pasar. La imaginación es fuerte, al igual que mis ganas de quererle y que me quiera. Me gusta sucumbir a los encantos que desprenden esas situaciones que llego a inventar. Imaginarme con él, hablándole, contándole como van mis días, como evoluciona mi proyecto de ser feliz. Imaginarme como algo más, situaciones que solo nosotros (Él y Yo) sabemos sin son repeticiones o suceden por primera vez, él y yo en una casa ajena, él y yo en su casa. Luego observo lo que he creado en poco tiempo y no puedo evitar que una sonrisa tonta se me escape, aunque pronto se borra cuando choco con la realidad. He oído que la realidad no es siempre bonita, pero que al final es la vida que debemos vivir. Sin embargo, he leído que porque pase en mi cabeza eso no lo convierte en algo irreal. Aunque parezcan ideas contradictorias para mi todo se reduce a que esto no es bueno. La razón principal para que yo haya llegado a esta conclusión es que me he dado cuenta de que imaginarme todo esto es reconocer que sí me seduce la idea del amor. Puede que no suene mal, que incluso llegue a ser atractivo, pero yo tengo miedo. Hay precedentes, paredes que conocieron el poder de sus manos destructivas. Si reconozco ante mí misma que me gustaría soltarle esas 8 letras, no tardaré en reconocérselo a los demás y no tengo ganas de dar explicaciones. ¿Por qué le quieres si te hizo daño? ¿Por qué repites los errores del pasado? ¿Por qué no te buscas otro que no te haga sufrir? Sabes que te mereces más... No me da la gana de contestar seriamente, así que solo diré una cosa: ¿y por qué no? Es mi vida la escondo o la muestro, pero si me decido por lo segundo mejor no preguntes por razones.

Nunca estuve tan desnuda como lo estoy ahora.

Ella era como la luna: una parte de ella siempre estaba oculta.