sábado, 11 de agosto de 2012

Imagine.

 Por un momento me dejo llevar, cierro los ojos e imagino todo lo que viviría...
Subiría una montaña para poder tocar una nube. Viajaría en tren hasta la otra punta del mundo si allí hubiera alguien importante para mí. Asumiría todas las culpas de todo si así se extinguieran los conflictos. Mediaría con la (in)con(s)ciencia de muchos para desenterrar grandes personas. Inventaría la cura de la tristeza. Quizá pediría un par de cosas. Podría pedir la luna, pero entonces el mundo dejaría de verla. Por eso, me conformo con ver las estrellas reflejadas en los ojos de la gente a la que quiero. Pedir un deseo a una de esas fugaces o soplar un abuelito y que nazca un hada. Volar sin necesidad de alas y sentir sin necesidad de estar despierta. Besar los labios que quiera y abrazar a todo el que tenga un mal día. Llevar la sonrisa por bandera y la risa como lanza. Luchar por conseguirlo. Irme de viaje con el sol de copiloto y la maleta vacía. Vivir con lo justo. Sentir mucho y demostrar más. Saltar a todas horas y no parar de correr hasta que me venzan las rodillas. No arrodillarme ante nadie, ni dejar pasar cualquier injusticia. Ser la heroína de la historia. Drogar al mundo, pero sobre todo ser tu droga dura. Caminar como si todo estuviera bien, con la cabeza bien alta y segura de mí misma. Pisar fuerte, que se oiga que he llegado. Convertir tus deseos en exactamente lo que yo soy. Entregarme en cada acción como si no existiera un futuro. Vivir en una semana sin jueves y con lunes. Aceptar que puedo cambiarlo todo si cambio yo...
Otra perspectiva.
Volver a la realidad y darme cuenta de que quizás no sea tan difícil eso de ser feliz.

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