Tu edad es un número. Tu altura es un número. Tu peso es un número. Tu talla es un número. Tus notas son números. Vienes definido por un montón de elementos matemáticos sin alma; incluso tu identidad tiene uno de esos, a pesar de la decencia de añadir una letra. Sin embargo, tú no eres números. No eres ni siquiera letras. Tú eres vivencias y experiencias, no años. Tú eres el tamaño de tu corazón, no tu talla o tu peso. Tú eres tu capacidad para amar, no tus notas. Eres todos esos soles que calentaron tu piel y esas lunas que vieron tus noches de desvelo. Eres el sonido de tu nombre en boca de todos aquellos que te quieren. Eres los vínculos que creas con las cosas y las personas. Eres todo aquello que puedes escribir, pero también lo que jamás fuiste capaz de expresar. Tus fallos son parte de tu ser, tus caídas, tus malas rachas, los malos ratos que pasaste en la vida, todas esas cosas que no te merecías, esas que viviste demasiado pronto o demasiado tarde. Eres tu primera tirita, pero también tu primera apuesta. Todo aquello que te hizo sentir vivo, las sonrisas, los gritos, los saltos, las carreras, lo que más te apasiona. Eres ese cartel que leiste sin querer, y ese anuncio que no se te va de la cabeza. La música que pone ritmo a tus momentos y los silencios que dicen más que ninguna palabra. Eres tu color favorito, la comida de tu madre, el abrazo de tu hermano. Los sitios de tu ciudad que nunca dejarás de visitar, sin olvidar todos los autobuses que tomaste para perderte en otros rincones. Eres por todos los que ya no son. Eres, existes, y no eres un número. Eres una persona, y encima una maravillosa, te conozca o no. Todos lo somos, y tenemos derecho a que nos pasen cosas que sean por lo menos igual de maravillosas que nosotros. Puede que sucedan cosas malas, de hecho suceden, pero solo son tres en la vida, y una vez ya has pasado una solo quedan dos, ¿no? Mereces lo mejor, ni mas ni menos, y cuanto antes lo sepas antes empezarás a reclamarlo. Existes y lo eres todo.
jueves, 30 de enero de 2014
viernes, 3 de enero de 2014
Contigo.
Contigo ahora. Contigo desde hace poco. Contigo soñando con futuros inciertos pero prometedores y deslumbrantes. Contigo hasta enloquecer más aun de lo que ya estamos. Contigo no quiero un como siempre. Contigo prefiero innovar, darme del todo a mi locura y que la tuya y la mía se fundan en una. Contigo de la mano seremos los dos Quijotes de la nueva historia, prometiendo cosas imposibles con el ardor de querer cumplirlas a raja tabla, sin apearnos del caballo jamás por mucho que todos crean que carecemos de cordura alguna. Porque contigo no quiero viejas patrias del amor: París está ya demasiado lleno de corazones rotos; ni tampoco fechas de calendario arbitrarias. Contigo quiero hasta enloquecer. Buscar nuevas naciones sin banderas, destrozar el orden establecido, levantarme contra todo aquello que no tiene razón de ser. Contigo yo despierto. Contigo yo abro mis ojos al mundo y a mí. Contigo lo formal se transforma en desbordador todos los días. Contigo lo civilizado queda descartado como un todo. Contigo, de la mano, doblo esquinas sin miedo a que habrá al otro lado, salto al vacío sintiendo que el vértigo abraza mi corazón para mantenerlo alto. Contigo no me siento dos: a ratos somos uno y a ratos la humanidad. Contigo hasta enloquecer.
Puede que el tiempo sea finito para todos nosotros; sé que los amigos te fallan, que la familia se muda, que los compañeros se cansan y, sobretodo, que la gente se muere; sin embargo, tenemos la capacidad de ser eternos e infinitos. Podemos ser ángel, escrito, canción, cuadro, y eso siempre permanecerá.
Contigo, sin ser ninguna de esas cosas, me siento infinita, todo da igual, queda de más si no es enloquecer juntos. La locura podría ser otra forma infinita, nuestra forma, la mía contigo. A veces escribimos por sentir que lo que vivimos es real, que no esta solo en nuestra cabeza, pero realmente, al final, lo que hago es plasmar los momentos importantes, las luces que me hicieron comenzar a teclear ahora están claras, ¿qué pasará en cuestión de tiempo? Da lo mismo, a quien le importa, voy a enloquecer contigo, vamos a ser eternos e infinitos.
Puede que el tiempo sea finito para todos nosotros; sé que los amigos te fallan, que la familia se muda, que los compañeros se cansan y, sobretodo, que la gente se muere; sin embargo, tenemos la capacidad de ser eternos e infinitos. Podemos ser ángel, escrito, canción, cuadro, y eso siempre permanecerá.
Contigo, sin ser ninguna de esas cosas, me siento infinita, todo da igual, queda de más si no es enloquecer juntos. La locura podría ser otra forma infinita, nuestra forma, la mía contigo. A veces escribimos por sentir que lo que vivimos es real, que no esta solo en nuestra cabeza, pero realmente, al final, lo que hago es plasmar los momentos importantes, las luces que me hicieron comenzar a teclear ahora están claras, ¿qué pasará en cuestión de tiempo? Da lo mismo, a quien le importa, voy a enloquecer contigo, vamos a ser eternos e infinitos.
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