El cálido sol le despierta. Un día más, o un día menos, según como lo veas. Sin embargo, este parece distinto a todos esos que ya ha tachado, y realmente no le preocupan aquellos que anuncia el calendario. Este es especial. Los rayos del sol calientan su piel ahí donde antes solo había frío. Brilla el astro rey lejano, pero hoy parece que esta más cerca que nunca. Se reencarna en un nuevo ser: hoy quiere acompañarle. Lleva un tiempo queriendo hacerlo, pero su momento es ahora y no se hace una idea de lo que lo aprecia. Su piel blanca, de tanto tiempo alejado de él, disfruta de cada caricia. La somnolencia le hace olvidarse casi hasta de su nombre, aunque ella no teme esto, sabe que algo bueno está pasando. Nada es como antes. Muchas cosas han cambiado y a pesar de lo radical no siente vértigo. Se encuentra igual de suspendida que siempre, pero más segura del vuelo que nunca. El sol la acompaña y la calienta. No valen recuerdos. No valen experiencias pasadas. Su nuevo compañero no se parece en nada a los demás. Es grande. Creador de vida, el cual vela porque ésta se mantenga en el tiempo. Pasado, presente y futuro. La separación es más clara que nunca. La esperanza nunca había brillado tanto. Y es que ahora brilla y calienta. Ahora la ve. Ahora la siente. Ahora la vive.
***

- ¿Quien eres?
~ Ahora mismo soy exactamente lo que soy para ti.
Por una vez no tiene problema en creerle. Por una vez no tiene que desconfiar. Él la cubre de seguridad con cada gesto, cada palabra, cada detalle, cada expresión, cada sonrisa, y es que esas las tiene de todas las clases. Ella podría pasarse horas catalogándolas según lo que le transmiten para llegar a una sola conclusión: todas le dicen una misma cosa: sé tú, es tu turno. Así es, lo es. De verdad. Por fin ha aprendido a andar, a sujetarse sin los demás. Porque a él le necesita pero porque la mesa queda más bonita con un complemento, no porque a esta le falte una pata. No tiene ganas de caer de nuevo, va a regodearse en su suerte en lugar de en su mierda. Va a sacar del armario todo lo que le queda pequeño ya para llenarlo de prendas que le favorezcan.
Se pone de pie y él le mira con la admiración de un niño, expectante. Ella le devuelve la mirada, sorprendida de que un alma la conozca tan bien en tan poco tiempo.
- ¿Vienes?
La pregunta no necesita respuesta.
***
La luz trémula de la luna entraba por las ventanas dibujando las siluetas de dos cuerpos desnudos sobre la misma cama. Aquellas dos almas se juntaban hasta casi fundirse; no tanto por lo reducido del espacio, sino por el deseo de encontrarse realmente en tan íntimo contacto. La luz se había ido amoldando a sus estados de animo y ahora aquella que salía de la reina de la noche y sus doncellas encajaba a la perfección con la paz que habían alcanzado. El sintagma de tres letras sobre el que tanto se ha escrito les había llevado a ese perfecto momento en el que realmente se sentían vivos, distintos. ¿Cuantas veces había creído ser feliz? ¿Cuantas habían sido las que se había entregado a juegos que querían ser aquello? Ya no llevaba la cuenta, pero todas parecían estúpidas e insignificantes al lado de aquello. Se sentía grande, elevada, de vuelta a su castillo de nubes. Las palabras flotan en la atmósfera sin querer ser dichas, pero queriendo que se transmitan a beso limpio, con una caricia sutil, con una sonrisa a quemarropa. No queriendo ser pronunciadas pero naciendo de lo más hondo del pecho, aquel en el que laten al compás dos corazones que desean ser uno. Déjame conocerlo, saber de sus recovecos, amoldarme a sus cicatrices. Te doy mi ser, me das tu promesa. No te defraudaré y sé con esa certeza de la que solo me puede hacer dueña este éxtasis revelador que tú no lo harás. Por eso te doy mi ser: No es cuestión de formulas matemáticas perfectas, ni de reacciones químicas. Por eso te doy mi ser. Sin plan, con miedo, pero del que te hace soñar. Por eso te doy mi ser.
Tómalo. Te doy mi ser.